Durante una excursión de pesca en las zonas salvajes de Alaska, el piloto y acompañante dejaron una nevera con cebo en el avión. Un oso olió la comida y se desató el desastre.
El oso reventó completamente el avión para quedarse con la nevera.
El oso se desquitó bastante bien.
Este lateral quedó completamente inservible.
Las ruedas del tren de aterrizaje también se llevaron lo suyo.
Cuando el piloto volvió y se encontró el percal, llamó por radio a un colega y le pidió que trajera dos ruedas nuevas y una caja de cinta americana.
Con ruedas nuevas y mogollón de cinta, volvió a casa como si nada.
Así que ya sabéis, no salgáis de casa sin un poco de cinta americana.
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