Nuestras mascotas llegan a convertirse en parte de nuestra familia y en algún momento nos olvidamos que no son personas, ya que tienen un lado muy humano. Hasta que ellos mismos nos recuerdan que no siempre nos entienden, y que menos aún entienden nuestros muebles, pues no están diseñados para cuatro patas.
Por eso, cuando quieren usar nuestro mobiliario pueden llegar situaciones muy graciosas y sorprendentes.
Se hace así, ¿no?
Pues yo no me canso, puedo estar mirando fuera todo el rato que quiera.
Al menos me sujeta la cabeza.
¿Quieres que te ayude a colgar la ropa?
Me pesa la cabeza.
No te preocupes que cuando yo quiera salgo.
¡Qué incómodos son estos sofás!
Este sofá da miedo.
Pues yo estoy cómodo.
Calentito se está al menos.
Yo sólo quería mirar fuera …
¡Quiero saliiiiir!
Estoy casi seguro que la mesita se usa para esto.
Casi lo tengo.
Sabía yo que los cojines servían para algo.
La siesta se puede hacer en cualquier postura.
Me estoy mareando …
No te preocupes que con el tiempo aprenderé a usarlo.
¡Tranquilos, yo los limpio!
El sofá para dos… ¡pero es de incómodo!
Ya te dije que la hamaca era una trampa mortal.
¿Quién iba a pensar que las sillas eran tan peligrosas?
Son adorables ¿verdad?
Fuente: Sad and useless
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