Además de ser los mejores amigos del hombre se dice también que los perros son nuestro vínculo al paraíso. Quien tiene o ha tenido un perro como mascota siempre dice que es la mejor manera de conocer el verdadero amor, la verdadera amistad y la verdadera felicidad. Esta historia de un perro llamado Mason y, por supuesto, de su compañera humana que es quien nos la cuenta, nos hará entender todo lo anterior.
Quiero avisar que ésta es una historia que nos pondrá un nudo en la garganta, seguramente de las que nos hará llorar, como todas las historias de amor, amistad y felicidad verdaderos.
Hannah Bochart
Este es Steve Mason, el perro más increíble que he conocido y mi mejor amigo durante los últimos 16 años. Y esta es la historia de cómo murió salvando mi vida…
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Mason era un perro callejero mezcla de Husky, Labrador y Rottweiler, pero con las facciones de su rostro increíblemente suaves. Lo recogí de una camada de cachorros porque mientras todos los demás ladraban y chillaban, él fue el único calmado y que se paró a oler las flores.
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Mason siempre movía de una forma especial sus orejas que me animaba a seguir adelante, ya fuese hasta la cima de una montaña, o a salir de cuaquier angustia que me turbase.
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Su mayor obsesión era morder todos los palos y destrozar cualquier cartón que pudiese encontrar.
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Mason fue el mejor amigo y un compañero fiel para mi hermano mayor, además de un compañero de viaje como ningún otro. Cada vez que lo veía, aunque hubieran pasado cinco años, seguía saltando en sus brazos como un cachorro.
Hannah Bochart
Todo el que lo conoció dijo de él que era un perro adorable, y honestamente muchos podrán decir que fue el ser más agradable que jamás han conocido.
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Durante los últimos dos años, comenzó a notar ya su edad. Su oído y gran parte de su vista lo abandonaron, junto con su sentido del equilibrio.
Hannah Bochart
Y yo ya esperaba que muriera mientras dormía o que se derrumbara en una de nuestras caminatas.
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Mi mayor temor era que envejeciese tanto y enfermase que tuviésemos que sacrificarlo. Sinceramente, no creo que hubiese sido capaz de hacer con él lo mismo que he tenido que hacer por tantos otros perros. Él era demasiado especial… pero parecía tan viejo.
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Sin embargo, él siguió adelante, negándose a tomárselo con calma. Ya se movía más lentamente, y no podía ir tan lejos, pero no parecía importarle.
Hannah Bochart
Este invierno me aseguré de pasar el mayor tiempo con él como pude, sabiendo que podría ser el último que pasásemos juntos. El 5 de marzo, Mason y yo, junto a tres perros más jóvenes de mi familia fuimos a lo que estaba destinado a ser una caminata rápida alrededor de nuestra propiedad antes de que me tuviera que ir a trabajar.
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Iba andando con bastones y raquetas de nieve por un sendero a una milla de distancia de casa cuando me di cuenta que algo nos seguía a unos 400 metros. Lo reconocí como un lobo de inmediato. No había visto un lobo en el valle desde hacía unos quince años, pero los lobos son tímidos y suelen esconderse de los humanos, especialmente uno con cuatro perros. Tratando de ser respetuosa, dimos la vuelta hacia casa, pensando que le daría espacio al lobo para escapar y pensarlo mejor.
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Unos minutos más tarde, el perro más pequeño dio un ladrido y me volví para ver al lobo de pie cinco metros detrás nuestro. Era una loba enorme, su hombro casi me llegaba a la cadera. Parecía asustada pero decidida, y sobre todo parecía hambrienta. Teníamos un problema. Atacó y nos pasamos los siguientes veinte minutos tratando de luchar contra ella como fuera. Yo la golpeaba con mis bastones de esquí, mientras que los perros la mordieron y trataron de evitar sus dientes. Estaba débil, pero era una gran luchadora.
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Mason y yo terminamos luchando codo a codo. La loba siguió mirándome a los ojos, pero estaba claro que a quien buscaba era a los perros. Finalmente capturó a mi perro más pequeño pero entonces Mason se abalanzó sobre ella. De repente, mi frágil anciano parecía enorme, más grande de lo que lo había visto nunca antes. Mi cachorro pudo escapar, pero la loba atrapó a Mason por la garganta… y en una fracción de segundo la vida de Mason terminó. Nunca había gritado tan fuerte. Cada fibra de mi ser me pidió lanzarme contra la loba, apuñalarla en el ojo, rasgarle la garganta y destrozarla. Pero seguramente eso sólo hubiese conseguido matarme a mí también y había otros tres perros que tenía que salvar. De todos modos ya era demasiado tarde, Mason estaba muerto y la loba se lo estaba comiendo.
Hannah Bochart
Esta es la loba. Esta foto fue tomada la mañana siguiente por unos guardias de una estación aduanera cercana. A pesar de que todo lo que quería hacer en ese momento era matarla, realmente es uno de los animales más hermosos que he visto nunca. Y ahora que ya ha pasado todo, no le tengo ningún odio. Se estaba muriendo de hambre e hizo lo que tenía que hacer para sobrevivir. Creo que fue a la pelea sabiendo que ella podría ser la que muriese, y que simplemente la suerte la sonrió a ella. Sólo espero que ahora se vaya de nuestro valle y no cause más daños.
Hannah Bochart
Extraño tanto a Mason que tengo un vacío en mi pecho. Aunque sé que no había nada más que pudiese haber hecho, no puedo dejar de pensar que no pude salvarlo. Pero también sé que la mayoría de los perros a los dieciséis años mueren al lado de la chimenea, lenta y dolorosamente de viejos. Mason se fue de este mundo como un rayo, salvando mi vida y las de los tres perros más jóvenes. Él era mi perrito, mi “grizzly”, mi hermano, mi amigo, y él murió como vivió: Siendo mi héroe. Te quiero, amigo. Adiós.
A pesar de su vejez y limitaciones físicas, Mason se lanzó sin pensarlo contra una loba mucho más grande y fuerte que él, dando su vida por los que amaba, por su compañera durante sus 16 años de vida. Es por esto que los perros son los mejores amigos del hombre, como Mason nos llegan a amar sin fisuras, verdaderamente, llegando a estar dispuestos a dar su vida por nosotros.
Comparte esta conmovedora historia con los demás, permite que el regalo final de Mason sea conocido por tus amigos.
Fuente: imgur
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